domingo, 4 de agosto de 2013

La Historia de Dos Amantes: Capítulo 3 “Indicios De Una Suculenta Depravación”

Capítulo 3  “Indicios De Una Suculenta Depravación”
(Dante)

La tormenta de esta noche es perfecta. Cada una de las palabras que me dijeron esos insensibles son horrendas. No hay ninguna manera en que yo los pueda perdonar. La semilla de la maldad ha comenzado a germinar dentro de mi frágil corazón. Ese chico, el que todos conocieron. Bondadoso, altruista, compasivo. Que no rompía ningún plato, se ha ido. En su lugar, ahora está el frío, controlador, posesivo y rencoroso Dante.

Veo las gotas de la lluvia deslizarse poco a poco en la ventana. ¿Cuán frágil se puede llegar a ser por culpa de la bondad? ¿Por qué debo preocuparme por algo que no tiene sentido? ¿Qué me está sucediendo?

Por un momento lo único que puedo pensar es que Osvaldo me las va a pagar. ¡Esa flama que arde dentro de mí ha sido liberada! Aun no tengo un plan pero lo tendré. Jugaré con él. Lo despedazaré. Los quebrantahuesos tendrán un festín en muy poco tiempo.

Vuelvo a ver por la ventana. Un hermoso día arruinado por la tormenta. La clase de día que más disfruto. Tomó uno de los muñecos que mi hermana dejó en mi habitación. Lo tomo del cuello con una mano y con la otra jalo sus extremidades inferiores hasta degollarlo.

El dolor a veces puede llegar a ser más dañino que la contaminación. Lo putrefacto esconde una belleza que necesita ser vengada. Todo lo que es bello algún día será olvidado. Y eso causará un desliz. El amor dejará de existir. Y ellos jamás podrán estar juntos.

Lo que me han hecho no tiene precio. Me han pintado una línea para estar lejos de ellos. No juzgaré sus razones, los acabaré. Llega un momento en el que no puedo controlar esto. Reacciono y me doy cuenta de que no soy yo quien ha estado hablando. Es algo que tengo dentro de mí. No sé cómo fue que deje que esto se saliera de mis manos.

La venganza no es una alternativa. Ni desquitarme puede asegurarme alguna victoria. Remordimiento otra vez. — ¡Dante deja que esto se liberé! — ¿Dejar que se libere qué? — Le contestó a esa voz dentro de mi mente. — ¡Tú lo sabes Dante! — Desisto rápidamente. Seguir hablando con ella. Algo no va bien y lo sé. No puedo mentirme. Esto ha venido creciendo desde mucho tiempo atrás.

Sigue lloviendo. Y de la nada llega el sonido mi celular. Al verlo quién es desisto en contestar. Pero un deseo frenético de muy dentro de mí me hace cambiar de decisión y contesto.
   
— ¡Buenas Noches Osvaldo! — Exclamo en un tono de cortesía. —  ¡A quién quieres engañar! 
— La voz dentro de mi cabeza, otra vez al asecho. — ¡Cállate! — le digo en un tono altanero y reprobable.

— Chavo, ¿Por qué me habla con ese tono? — comenta. No sé qué rayos está sucediendo, mi subconsciente juega conmigo de una manera inexplicable. — ¿En serio crees qué sea inexplicable? — Es tan fría su contestación. Casi tan frio como lo es un casquete polar. — ¡Mierda ya déjame en paz! — Mi cólera no se puede contener ya que debo irradiar alguna clase de energía oscura.

— ¿Por qué me hablas de esa forma? ¿Fue por lo de hoy? —  Se oye muy sincero. Es casi como las telenovelas que mi madre ve. Ella suele tener té o café. Y uno que otro bocadillo. Aunque la mayoría del tiempo es pan. Me obliga a ver con ella algunas. Debo confesar que resulta confortante ver las con ella. — Así que te gustan las telenovelas ¡Mi vida! — Su risa me provoca dolor y no puedo controlarme. Golpeo una alcancía que estaba demasiado cerca. Notó que mi mano está herida. Pero me gusta. El dolor y frustración son una muy gratificante combinación. — Mejor “Cómete Un Pan” y deja de molestarme.

— Sí no querías hablar sólo me lo hubieras dicho. “¡Keep Calm Morro!” —sus últimas palabras y oigo el sonido cortante de la línea.

— ¡Ves lo que has hecho! — le reprocho a Lambí. Así se llamará desde hoy. — ¡Que nombre tan original se te ocurrió!

— Eso formaba parte del plan. — dice el pequeño Lambí. — Tenías que aprender que la maldad es lo tuyo. Dime. ¿Te gusto? — su voz es tan tentadora. — Claro, debo admitir que eso fue fascinante. — Me estoy volviendo loco y me gusta.

Tomo varías hojas en blanco, un lápiz y una regla. Yo y mi subconsciente comenzamos con un plan que no tiene precedentes. Trazamos líneas de escape. Alternativas y pro-soluciones. La logística ya está hecha. Sólo faltan los aliados. Tengo varias personas en mente y sé que ellas no dudarán en aceptar mi proposición. Y la cosa más importante: mi risa malévola. Todo villano la tiene.

— ¡Nadie menosprecia la ayuda de Dante! — Mi voz malvada hace más desapacible cada cosa que se me ocurre.

— Así es querido Dante. Así es. — Puedo imaginar a Lambí regocijándose al igual que yo. 

Toda corrupción comienza con una chispa de maldad. Es cuestión de tiempo que la bomba estallé… 

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