Capítulo 3 “Indicios De Una Suculenta Depravación”
(Dante)
La
tormenta de esta noche es perfecta. Cada una de las palabras que me dijeron
esos insensibles son horrendas. No hay ninguna manera en que yo los pueda
perdonar. La semilla de la maldad ha comenzado a germinar dentro de mi frágil
corazón. Ese chico, el que todos conocieron. Bondadoso, altruista, compasivo.
Que no rompía ningún plato, se ha ido. En su lugar, ahora está el frío,
controlador, posesivo y rencoroso Dante.
Veo
las gotas de la lluvia deslizarse poco a poco en la ventana. ¿Cuán frágil se
puede llegar a ser por culpa de la bondad? ¿Por qué debo preocuparme por algo
que no tiene sentido? ¿Qué me está sucediendo?
Por
un momento lo único que puedo pensar es que Osvaldo me las va a pagar. ¡Esa
flama que arde dentro de mí ha sido liberada! Aun no tengo un plan pero lo
tendré. Jugaré con él. Lo despedazaré. Los quebrantahuesos tendrán un festín en
muy poco tiempo.
Vuelvo
a ver por la ventana. Un hermoso día arruinado por la tormenta. La clase de día
que más disfruto. Tomó uno de los muñecos que mi hermana dejó en mi habitación.
Lo tomo del cuello con una mano y con la otra jalo sus extremidades inferiores
hasta degollarlo.
El
dolor a veces puede llegar a ser más dañino que la contaminación. Lo putrefacto
esconde una belleza que necesita ser vengada. Todo lo que es bello algún día
será olvidado. Y eso causará un desliz. El amor dejará de existir. Y ellos
jamás podrán estar juntos.
Lo
que me han hecho no tiene precio. Me han pintado una línea para estar lejos de
ellos. No juzgaré sus razones, los acabaré. Llega un momento en el que no puedo
controlar esto. Reacciono y me doy cuenta de que no soy yo quien ha estado
hablando. Es algo que tengo dentro de mí. No sé cómo fue que deje que esto se
saliera de mis manos.
La
venganza no es una alternativa. Ni desquitarme puede asegurarme alguna
victoria. Remordimiento otra vez. — ¡Dante deja que esto se liberé! — ¿Dejar
que se libere qué? — Le contestó a esa voz dentro de mi mente. — ¡Tú lo sabes
Dante! — Desisto rápidamente. Seguir hablando con ella. Algo no va bien y lo
sé. No puedo mentirme. Esto ha venido creciendo desde mucho tiempo atrás.
Sigue
lloviendo. Y de la nada llega el sonido mi celular. Al verlo quién es desisto
en contestar. Pero un deseo frenético de muy dentro de mí me hace cambiar de
decisión y contesto.
—
¡Buenas Noches Osvaldo! — Exclamo en un tono de cortesía. — ¡A quién quieres engañar!
— La voz dentro de
mi cabeza, otra vez al asecho. — ¡Cállate! — le digo en un tono altanero y
reprobable.
—
Chavo, ¿Por qué me habla con ese tono? — comenta. No sé qué rayos está
sucediendo, mi subconsciente juega conmigo de una manera inexplicable. — ¿En
serio crees qué sea inexplicable? — Es tan fría su contestación. Casi tan frio
como lo es un casquete polar. — ¡Mierda ya déjame en paz! — Mi cólera no se
puede contener ya que debo irradiar alguna clase de energía oscura.
—
¿Por qué me hablas de esa forma? ¿Fue por lo de hoy? — Se oye muy sincero. Es casi como las
telenovelas que mi madre ve. Ella suele tener té o café. Y uno que otro
bocadillo. Aunque la mayoría del tiempo es pan. Me obliga a ver con ella
algunas. Debo confesar que resulta confortante ver las con ella. — Así que te
gustan las telenovelas ¡Mi vida! — Su risa me provoca dolor y no puedo
controlarme. Golpeo una alcancía que estaba demasiado cerca. Notó que mi mano
está herida. Pero me gusta. El dolor y frustración son una muy gratificante
combinación. — Mejor “Cómete Un Pan” y deja de molestarme.
—
Sí no querías hablar sólo me lo hubieras dicho. “¡Keep Calm Morro!” —sus
últimas palabras y oigo el sonido cortante de la línea.
—
¡Ves lo que has hecho! — le reprocho a Lambí. Así se llamará desde hoy. — ¡Que
nombre tan original se te ocurrió!
—
Eso formaba parte del plan. — dice el pequeño Lambí. — Tenías que aprender que
la maldad es lo tuyo. Dime. ¿Te gusto? — su voz es tan tentadora. — Claro, debo
admitir que eso fue fascinante. — Me estoy volviendo loco y me gusta.
Tomo
varías hojas en blanco, un lápiz y una regla. Yo y mi subconsciente comenzamos
con un plan que no tiene precedentes. Trazamos líneas de escape. Alternativas y
pro-soluciones. La logística ya está hecha. Sólo faltan los aliados. Tengo
varias personas en mente y sé que ellas no dudarán en aceptar mi proposición. Y
la cosa más importante: mi risa malévola. Todo villano la tiene.
—
¡Nadie menosprecia la ayuda de Dante! — Mi voz malvada hace más desapacible cada cosa que se me ocurre.
—
Así es querido Dante. Así es. — Puedo imaginar a Lambí regocijándose al igual
que yo.
Toda
corrupción comienza con una chispa de maldad. Es cuestión de tiempo que la
bomba estallé…
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