Capítulo 11: "El
Gran Plan Parte 1: Déjame Ir"
Misterioso Presidente de Radiactivo
Todo ha comenzado ya. La luz por fin saldrá del lugar dónde fue
aprisionada. La épica guerra comenzará y nadie podrá frústrala. Nadie me conoce
y eso es lo bueno. Soy una incógnita para la mayoría. Sólo unos pocos me
conocen. En sí todo está planeado. Después de mi deslumbrante aparición todos
tomaron decortex en sus copas. Un licor que es capaz de crear lagunas en los
individuos que lo ingieren, perdiendo el conocimiento de lo que vieron.
Sólo algunos conocen mi
verdadera identidad. Ellos fueron preseleccionados desde muy jóvenes para
formar parte de mi grandioso plan. Todos forman parte de mi excelso gabinete.
El día ha llegado y no me
importa quienes tengan que morir para que mis planes se lleven a cabo. No me importa
desparramar una gota de sangre aunque sea la más pura, ni asesinar yo mismo a
mis propios amigos.
Muy pronto mi equipo estará
aquí con mi rehén. Con él aquí todo será más fácil. Mi identidad no puede
quedar al descubierto. Esta será la ocasión perfecta para aniquilarlos a
todos.
Mi mente diseño varios planes de refuerzo y
alternativas por si ocurre un imprevisto. Los privilegiados por fin sabrán lo
que hicieron sus antepasados. Sabrán el motivo por el que hoy gozan de
incalculables fortunas. Sabrán lo que esconde el gobierno de Gloret.
Los motivos que pueden
llevar a un individuo a querer iniciar
una guerra son varios. Algunos de ellos son muy personales y los otros son
causas sociales. Pero hay quienes buscan los dos. Y esto crea un gran conflicto
en el que entran en disputa los intereses de cada uno de los que participan en
el mismo. En mi caso puedo decir que tengo los dos y las personas que me
siguen, se podría decir que lo saben. Mi élite no se puede revelar contra mí
porque yo conozco su más íntimos y personales secretos. Yo sé todo de ellos,
incluso conozco sus puntos débiles de cada uno de mis enemigos. Soy invencible.
Ser invencible no fue fácil.
Tuve que hacer cosas de las que hoy me arrepiento y jamás podre remediar.
Manipular la vida de algunos niños desde antes que nacieran. Diseñarles una
vida. Todo sin que ellos se dieran cuenta. Ser el culpable de la tercera guerra
mundial. Suerte que ya no tengo conciencia. Ahora bien, pensar que todos ellos
te consideran como el padre que nunca tuvieron, si supieran que yo tuve que ver
con la muerte de los suyos.
—El equipo está de regreso. —Me
anuncian por la radio.
—Hazlos pasar de inmediato. —ordene
en un tono brusco a través de la frecuencia de la misma.
Mi despacho es enormemente
grande. Podría jurar que es el más grande de Gloret. Giro mi silla ejecutiva y
me preparo para la llegada del prisionero. Enciendo las cámaras que me permiten
observarlo todo sin ser visto.
Las puertas se abren y veo
como entra mi equipo, mis vasallos. Primero entra Alex vestido con unos jeans,
una camisa color escarlata. De esa forma no parece ser un investigador nivel
tres.
Aún recuerdo como lo conocí.
Era una tarde fría y oscura cuando nuestras familias se encontraron en el
Festival de Canes. Todo indicaba que nos odiábamos mutuamente, pero yo vi algo
en él. Algo que me serviría a futuro. Y así fue. Planee un atentado. Al
finalizar el evento. Les pedí a sus padres que lo dejarán ir a jugar a mi casa.
Ellos aceptaron pero a él no se le veía muy de acuerdo. Ellos se fueron y en poco tiempo les fue informado a mis
padres que la familia de Alex había muerto en una explosión. Nadie nunca supo
cómo ocurrió y no tuvieron otra opción
que cerrar el caso. Las autoridades dijeron que fue un accidente desafortunado.
Mi querido amigo no tenía familia. Y fue llevado a un orfanato. Cuando obtuvo
la mayoría de edad, el comenzó a vagar por las calles como cualquier chico que
no tiene sueños. Alguien se los arrebato. Pasó el tiempo y cayó en las drogas,
en los vicios. Hasta que llego a la cárcel. Fue ahí donde supe que era el
momento. Él necesitaba apoyo y sólo yo sabía que es lo que necesitaba. Él
recibió una carta en la que le decía que él tenía un gran futuro. Él sería
alguien muy importante en la historia. Sólo necesitaba formar parte de
Radiactivo. Acepto de inmediato y comenzó su transformación. Se convirtió en lo
que yo quería. Se convirtió en una pieza clave de mis juegos. Mis maravillosos
juegos. Mi inquietante risa malévola no se pudo contener y se desato en un
monologo interno.
Después vi pasar a Salvador.
Él es mi mano derecha, un tipo que rescate el mismo día que Alex acepto
unírseme. A él también le desgracie la vida. Con él fue un poco más complicado.
Un payaso de la clase no era cualquier cosa. Era querido por todos. Y era más
difícil encontrar la forma de hacerlo sufrir. Y con esa hermana mayor que él
tenía era imposible. Entonces, se me ocurrió separarlos. Justo cuando la
primera parte de mi gran plan iniciará. Cuando desaté la tercera guerra
mundial. La mayoría de mis futuros refuerzos tenían el rango de edad necesaria.
Mis contactos extranjeros hicieron lo acordado. Es fácil dominar y manipular
las mentes de unos ineptos. Haciéndoles creer que juntos gobernaríamos el
mundo. Cosa que no fue así. El plan fue
atacar desde Inglaterra con armas núcleo-biológicas, disimulando que todo fue un error. Mi único objetivo era “erróneamente” atacar
los Emiratos Árabes Unidos y las Coreas.
Lo que ocasionó que se formarán alianzas que acabaron con la mayoría de los
países. Se acabó con todo en esa ocasión. El único lugar que sobrevivió fue
América del Norte, lo que hoy todos conocen como Gloret. El único lugar
habitable en la tierra.
Salvador no sabe que tuvo una
hermana. No sabe ni siquiera que existe. Cuando fue su reclutamiento, le
borramos esa parte de su memoria. Mezclamos sus recuerdos con unos diseñados
por mi gran equipo de investigación en neurociencia. Alex fue quien me ayudo a
convencerlo de una forma en la que él no pudo decir que no. Lo puse a estudiar,
y estudiar porque en él veía un futuro prometedor. No me equivoque en absoluto.
Ahora es mi mano derecha y sabe cómo hacer lo que le pido sin pedirme
explicaciones. A él sólo le importa derrocar el sistema, por lo que confía en
mí ciegamente.
Por su parte Fany, no sabe
nada sobre su hermano. Ella fue rescatada por el gobierno ya que pertenecía a
la clase alta. En estos momentos funge como funcionaria de estado. Es la
Secretaria de Educación. Un sector muy importante en Gloret. Vive infelizmente
por no saber nada sobre la muerte de su familia.
Quien entro después fue la
única dama del equipo. Jarely. Ella no tiene una historia tan feliz tampoco.
Ver morir a su madre y a su pequeño hermano no es cualquier cosa.
— ¡Piensa en esa impotencia
por no saber qué hacer y no poder ayudar mientras las personas más importantes
en tu vida están agonizando y pronto morirán! —Me digo a mi mismo en un
monologo interno.
Pienso en como debió haber
sido presenciar esas muertes en tus manos. Jarely sufrió mucho y no era para
menos. Después de las muertes causadas por un tiroteo anónimo el 12 de junio de
2013. Ella recibió un paquete con instrucciones para que ella pudiera comenzar
su venganza contra el gobierno. Acepto de inmediato y al poco tiempo se hizo
amiga inseparable de Salvador.
Y el último de mis súbditos
acaba de entrar. Eyvin, un chico que se metía en cualquier problema cuando lo
conocí en sexto grado de primaria. A él no le importaba cómo pero tenía que
pasársela bien. Sus bromas lo llevaban siempre a la dirección hasta que su
familia murió envenenada inexplicablemente. Sin que nadie se diera cuenta, él
cayó en una tremenda depresión de la que no podía salir. Fue internado en una
clínica psiquiátrica varias veces por su tía-abuela Gretta. Los dos se odiaban
mutuamente y ese odio fue la chispa que encendió el fuego en su relación.
Cosa que a mí me sirvió para
poder apoderarme de la gran capacidad que veía en él. Sólo tuve que incitarlo
para que con sus propias manos matara a su único familiar. —Debo admitir que
eso fue un regocijo de alegría para mí—
— ¿Mi Señor pasamos al boleto
de la victoria?—Me pregunta Alex mediante una de las radios.
— ¡Por favor! Déjenme con él a
solas. —Ordeno con un tono de autoritarismo.
—Pero Señor, él no está sola.
—Me enfurezco por saber que no acataron mis órdenes.
— ¿Con quién está? ¿Qué acaso
no les dije que lo quería sólo a él? —Grito al unisonó y giro irremediablemente
la silla.
—Con su tío. —Dice
tartamudeando Eyvin.
— ¡Desaparezcan de mi vista,
ineptos! —Puedo observar cómo se ponen nerviosos, eso en ellos me gusta.
— ¡Como usted ordene amo! —los
leales peones repiten uno después del otro.
Todos salen rápidamente.
Aunque veo un brillo muy raro en los oscuros ojos de Salvador. Tal vez haya
descubierto mi verdadera identidad. Para todos, soy Tristán. Un joven que
sufrió toda su vida. Una persona que nunca ha podido ser feliz. Y jamás
conocerá la felicidad. No creo que me recuerde únicamente éramos mejores
amigos. Sólo eso.
—Dejen pasar al tío. — espeto
sutilmente a través de la frecuencia del aparato.
Todo se me ha complicado. El
tío no debió sobrevivir a nuestro ataque. Algo en mi plan no va bien. Podrían
ser espías, algún traidor. O quizá sea una fuerza rebelde dentro de los
suburbios de Gloret. Necesito entrevistar a Richie antes de matarlo.
—Mi Señor aquí está el
prisionero. —dice uno de los guardias.
Debo asegurarme que Cristian
elabore nuevos diseños de uniformes para mis trabajadores. La verdad se ven del
asco. Mí invitado sorpresa se sienta cómodamente en mi sofá. Se ve nervioso. No
sé de dónde rayos sacó ese atuendo. Es muy casual-juvenil y va muy ad hoc con
su apariencia.
—Muy cómodas las esposas
¿No? —Formulo desde lo más profundo
donde se esconde mi sarcasmo.
—De hecho. —Me contesta con su
acento de una papa en la boca.
—El plan no era capturarte a
ti. Dime qué es lo que sucedió hoy en tu mansión. Sé que sucedió algo que
alteró un poco mi maravilloso plan. —Digo tranquilamente.
Observo detenidamente su lenguaje
corporal en busca de la verdad. Necesito saber que lo que me diga sea verdad.
De todas formas lo mataré.
—No te diré nada. —dice en un
tono frío.
—Tu sobrino depende de ello.
Es tu decisión si vive o muere. Así que dime sí quieres que viva o que muera. —resoplo
con aires de posible triunfo.
—Jamás te diré. —Se hace el
fuerte pero sé que muy pronto caerá.
—No te hagas el fuerte. —Mis
ojos se tornan de un color más oscuro de lo normal.
—Nunca te lo diría. Sé que
Osvaldo es parte fundamental de tu plan. Sin él no eres nada. — Dice con un
semblante de aires de pureza.
—Hagan pasar a Salvador.
—exclamo a los cuatro vientos.
De pronto observo cómo se abre
la puerta otra vez. No quería llegar hasta este extremo pero ahora no tengo
ninguna opción. Debo usar está táctica. La pensé por si algo salía mal. Es el
momento de usar una de mis variables, diseñadas para poder restablecer el curso
original.
—Salvador hazme el favor de
sentar a nuestro segundo invitado en la silla especial.
— Veo como se queda estupefacto el
carismático tío.
—Mi Señor todo está como lo
ordeno. —Veo aún ese brillo que me preocupa un poco. Eso es lo de menos.
Primero consigo la información que necesito para continuar.
—Enciende el mecanismo por
favor. —Debo saber eso que me oculta. Es vital para que mis planes no sean
frustrados.
—Encendido. —Observo una
expresión diferente en Chava.
—Bienvenido Osvaldo,
discúlpame por mi pésima educación. —El hijo del presidente se parece mucho al
tío. Pero bueno.
— ¿Qué hacemos aquí? ¡Déjenos
ir! — Puedo notar algo parecido al miedo en su forma de hablar.
—Necesito que me digas que me
digas la verdad para que puedas irte de aquí con tu tío. —Digo mintiendo. Eso
no se me da para nada. —El sarcasmo en mí es evidente—.
Matar es sencillo. Matas una
vez, otra y así sucesivamente. Al principio suele ser difícil pero se vuelve un
hábito incontrolable. Cuando decides parar sabes que nada volverá a ser como
antes. Todo sea por dar libertad a nuestro querido pueblo. Son muertes
necesarias. Un daño colateral. Muertes que vivirán en la memoria de los
corazones de cada uno de nosotros. Esta noche quien lo hará será Chava. Suyo
será el honor.
—No lo hagas Osvaldo. —Suplica
el tío.
—Salvador calla a ese imbécil.
—Grito inmediatamente.
—No le haga daño y sé lo
contaré. —Dice en un tono que me agrada el primer
hijo.
—Solucionado el problema de
interrupciones Amo. —Salvador se nota un poco triste.
— Cuéntame acerca de lo sucedido
hoy. —digo en un tono suave y relajado para dejar que las palabras fluyan
rápidamente.
— En primer lugar debo decir
que el plan de mis padres de protegerme, fracaso. Y en segundo, que mi tío es
un débil siempre depende de alguien más. Se esconde detrás de alguien…
—Él debe de ser como una
sombra, sabe cómo debe actuar y por si fuera poco es un ser que vive en el
anonimato esperando el momento indicado para atacar. —interrumpo brevemente.
— ¿Prosigo? —me pregunta el
ahora rehén mío.
—Claro que sí. —Estoy ansioso
por saber más.
—No sólo se esconde. Usa a
otras personas para realizar lo que él quiere. Disfruta viendo sufrir a los
demás. En específico a mi padre. Creo que él sostiene relaciones con mi madre.
—Se puede observar como la ira lo domina. Da un respiro.
—Continúa por favor. —Me
siento identificado con su historia. ¿Sabrá de mí?
—Todo comenzó en la tarde, mis
padres me llevaron a la casa “custodiada” por el máximo orden de Gloret: Los
Unnas. Pero ni ellos pudieron con lo que se avecinaba. Llegue a casa de mi tío
con una actitud arrogante para que viera que no iba de visita. Ni sería su
inquilino, ni su huésped. Me apoderé del control de su casa y él acepto o eso es lo que creo. Después de eso, subí a
su habitación y me dispuse a cambiarme de ropa para restregarle en su cara que
sé lo de su incesto con mi madre. Sin querer encontré la ropa que mi
desquiciado y enfermo tío uso esa vez. Lo supe gracias a que leí las memorias
de mi madre. Aquellas que guarda en secreto. Ella lo ama, pero eso a mí no me
importa. Después de búrlame de él. Se quiso vengar, y sé que él sabía lo que
había hecho en ese momento. Cuando el termino su contraataque decidió dejarme y
se disponía a marcharse. Fue en ese momento cuando del cielo cayeron unas
bombas que arrasaron con gran parte de la pared y del techo. En sí lo
desaparecieron…
—Bombas de antimateria, aún recuerdo el día que las inventamos. Ese
fue uno de los inventos que dirigí en una tesis. La tesis de Alex. Por favor
prosigue. —insinúo, la emoción de recordar ese momento me recuerda los viejos
tiempos. Tiempos en los que aún conservaba mi humanidad. A favor de la
humanidad.
—El tiempo empeoro para
nosotros. Mi tío decidió activar su protocolo de seguridad pero para llegar a
hacerlo debíamos estar en el lugar indicado. Corrimos rumbo a la cocina en
busca de refugio, necesitábamos escondernos de unas monstruosas criaturas que
se materializaron de unas pequeñas esferas que caían sobre nosotros. Todo era
un caos. Nos tuvimos que separar y después de eso no supe más. —No era lo que
yo quería oír pero qué más da. Sonó sincero al menos.
— ¡Es tu turno así que
comienza o tu sobrino morirá! —Puedo ver como Richard cae en una profunda
odisea.
Recuerdo la primera vez que
maté a alguien. No lo hice sólo porque impedía que mis planes se llevaran a
cabo, sino que, él siempre quiso ser mejor que yo. Quiso humillarme de todas
las maneras conocidas. Nunca nos conocimos. No sé si soy un asesino o no lo
soy, pero de lo que debo estar de acuerdo es que la sociedad me aplaudió eso
que hice. Esa muerte fue más bien motivo de brindis. Él era un lunático, quería
matarnos a todos. Y lo único que hice fue sentenciarlo. Callarlo de una vez por
todas.
Una sinapsis lleva a mi mente
una escena desgarradora de la que fui testigo.
Año 2010. Palacio de Justicia, Gloret.
— ¡Joder ella será mía esta noche! —Él
era un hombre muy persuasivo cuando se lo proponía.
— ¡Por favor déjeme ir!—suscitaba la pequeña joven.
—Eres tan irresistiblemente bella. Déjame sacar una por una esas
delicadas prendas. —Su voz de aquel hombre sonaba tan seductora.
La niña no hacía caso a lo que pedía, y el hombre le planto un golpe que
la hizo caer al suelo sin previo aviso.
— ¡Déjeme ir enseguida!—Ordenaba la delicada voz de esa jovencita.
—Es algo que no puedo permitirme señorita. En cambio, disfrutaremos de
una gran velada si usted lo gusta.
— ¿Qué pasaría si decido no aceptar sus propuestas indecorosas? —espeta
en forma desafiante.
—Toda tu familia será desterrada de Gloret. No me importa que tus padres
sepan lo que te haré esta noche. —Una curva maquiavélica posa sobre la sonrisa
de tan infame hombre.
— ¡Así que se mía está noche y prometeré que te haré sentir como nunca
nadie lo hará! —Dijo con una descarada frase que haría regocijarse a cualquier
mujer incauta.
— ¡No por favor! ¡Aléjese de mí se lo suplico! ¡Déjeme ir! —Ella
impacientemente quería huir de ese escalofriante lugar, sus palabras lo
indicaban todo.
— ¡Pero sí yo te haré sentir como si estuvieras en el cielo
querida!—Argumentaba el hombre con traje color negro.
— ¡Le suplico que me deje en libertad! ¡Se lo pido de rodillas si quiere
pero por favor déjeme ir! —Pedía la joven con lágrimas en los ojos.
—Lo he decidido y esto se hará con o sin tu autorización. Si quieres que
esto sea violento, la que sufrirá serás tú, no yo. Sólo hacía este intento de
pedir permiso para que tú goces al igual que yo, dadas las circunstancias
preferirás sufrir. —Sus brazos toman a la pequeña e indefensa chica y la
recuestan sobre la alfombra de lino azul.
Todo transcurrió tan rápido. Las escenas que siguieron fueron brutales.
Nadie merece ser tratado de esa forma. Una pobre joven tomada a la fuerza
por un funcionario de gobierno. Mi mente solo pensó que el sistema estaba
corrompido y debía ser destruido para implementar uno nuevo. Esa noche fue un
evento que marco la vida de las tres personas que estábamos dentro de la
habitación. Nuestras vidas quedaron ligadas para siempre. Odio es lo que
sentíamos los unos a los otros. Ellos no me odian pero en algún momento sé que
el sentimiento será mutuo. Y hará estallar lo que necesita el mundo. Una nueva
revolución.
Continuará en la sección 2
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