miércoles, 21 de agosto de 2013

La Historia de Dos Amantes: Capítulo 11 Sección A: "El Gran Plan Parte 1: Déjame Ir "

Capítulo 11: "El Gran Plan Parte 1: Déjame Ir"

Misterioso Presidente de Radiactivo

Todo ha comenzado ya. La  luz por fin saldrá del lugar dónde fue aprisionada. La épica guerra comenzará y nadie podrá frústrala. Nadie me conoce y eso es lo bueno. Soy una incógnita para la mayoría. Sólo unos pocos me conocen. En sí todo está planeado. Después de mi deslumbrante aparición todos tomaron decortex en sus copas. Un licor que es capaz de crear lagunas en los individuos que lo ingieren, perdiendo el conocimiento de lo que vieron.  

Sólo algunos conocen mi verdadera identidad. Ellos fueron preseleccionados desde muy jóvenes para formar parte de mi grandioso plan. Todos forman parte de mi excelso gabinete.
El día ha llegado y no me importa quienes tengan que morir para que mis planes se lleven a cabo. No me importa desparramar una gota de sangre aunque sea la más pura, ni asesinar yo mismo a mis propios amigos.

Muy pronto mi equipo estará aquí con mi rehén. Con él aquí todo será más fácil. Mi identidad no puede quedar al descubierto. Esta será la ocasión perfecta para aniquilarlos a todos.
 
 Mi mente diseño varios planes de refuerzo y alternativas por si ocurre un imprevisto. Los privilegiados por fin sabrán lo que hicieron sus antepasados. Sabrán el motivo por el que hoy gozan de incalculables fortunas. Sabrán lo que esconde el gobierno de Gloret.

Los motivos que pueden llevar  a un individuo a querer iniciar una guerra son varios. Algunos de ellos son muy personales y los otros son causas sociales. Pero hay quienes buscan los dos. Y esto crea un gran conflicto en el que entran en disputa los intereses de cada uno de los que participan en el mismo. En mi caso puedo decir que tengo los dos y las personas que me siguen, se podría decir que lo saben. Mi élite no se puede revelar contra mí porque yo conozco su más íntimos y personales secretos. Yo sé todo de ellos, incluso conozco sus puntos débiles de cada uno de mis enemigos. Soy invencible.

Ser invencible no fue fácil. Tuve que hacer cosas de las que hoy me arrepiento y jamás podre remediar. Manipular la vida de algunos niños desde antes que nacieran. Diseñarles una vida. Todo sin que ellos se dieran cuenta. Ser el culpable de la tercera guerra mundial. Suerte que ya no tengo conciencia. Ahora bien, pensar que todos ellos te consideran como el padre que nunca tuvieron, si supieran que yo tuve que ver con la muerte de los suyos.

—El equipo está de regreso. —Me anuncian por la radio.

—Hazlos pasar de inmediato. —ordene en un tono brusco a través de la frecuencia de la misma.

Mi despacho es enormemente grande. Podría jurar que es el más grande de Gloret. Giro mi silla ejecutiva y me preparo para la llegada del prisionero. Enciendo las cámaras que me permiten observarlo todo sin ser visto.

Las puertas se abren y veo como entra mi equipo, mis vasallos. Primero entra Alex vestido con unos jeans, una camisa color escarlata. De esa forma no parece ser un investigador nivel tres.

Aún recuerdo como lo conocí. Era una tarde fría y oscura cuando nuestras familias se encontraron en el Festival de Canes. Todo indicaba que nos odiábamos mutuamente, pero yo vi algo en él. Algo que me serviría a futuro. Y así fue. Planee un atentado. Al finalizar el evento. Les pedí a sus padres que lo dejarán ir a jugar a mi casa. Ellos aceptaron pero a él no se le veía muy de acuerdo. Ellos se fueron  y en poco tiempo les fue informado a mis padres que la familia de Alex había muerto en una explosión. Nadie nunca supo cómo ocurrió  y no tuvieron otra opción que cerrar el caso. Las autoridades dijeron que fue un accidente desafortunado. Mi querido amigo no tenía familia. Y fue llevado a un orfanato. Cuando obtuvo la mayoría de edad, el comenzó a vagar por las calles como cualquier chico que no tiene sueños. Alguien se los arrebato. Pasó el tiempo y cayó en las drogas, en los vicios. Hasta que llego a la cárcel. Fue ahí donde supe que era el momento. Él necesitaba apoyo y sólo yo sabía que es lo que necesitaba. Él recibió una carta en la que le decía que él tenía un gran futuro. Él sería alguien muy importante en la historia. Sólo necesitaba formar parte de Radiactivo. Acepto de inmediato y comenzó su transformación. Se convirtió en lo que yo quería. Se convirtió en una pieza clave de mis juegos. Mis maravillosos juegos. Mi inquietante risa malévola no se pudo contener y se desato en un monologo interno.

Después vi pasar a Salvador. Él es mi mano derecha, un tipo que rescate el mismo día que Alex acepto unírseme. A él también le desgracie la vida. Con él fue un poco más complicado. Un payaso de la clase no era cualquier cosa. Era querido por todos. Y era más difícil encontrar la forma de hacerlo sufrir. Y con esa hermana mayor que él tenía era imposible. Entonces, se me ocurrió separarlos. Justo cuando la primera parte de mi gran plan iniciará. Cuando desaté la tercera guerra mundial. La mayoría de mis futuros refuerzos tenían el rango de edad necesaria. Mis contactos extranjeros hicieron lo acordado. Es fácil dominar y manipular las mentes de unos ineptos. Haciéndoles creer que juntos gobernaríamos el mundo. Cosa que no fue así.  El plan fue atacar desde Inglaterra con armas núcleo-biológicas,  disimulando que todo fue un error.  Mi único objetivo era “erróneamente” atacar los Emiratos Árabes Unidos  y las Coreas. Lo que ocasionó que se formarán alianzas que acabaron con la mayoría de los países. Se acabó con todo en esa ocasión. El único lugar que sobrevivió fue América del Norte, lo que hoy todos conocen como Gloret. El único lugar habitable en la tierra.

Salvador no sabe que tuvo una hermana. No sabe ni siquiera que existe. Cuando fue su reclutamiento, le borramos esa parte de su memoria. Mezclamos sus recuerdos con unos diseñados por mi gran equipo de investigación en neurociencia. Alex fue quien me ayudo a convencerlo de una forma en la que él no pudo decir que no. Lo puse a estudiar, y estudiar porque en él veía un futuro prometedor. No me equivoque en absoluto. Ahora es mi mano derecha y sabe cómo hacer lo que le pido sin pedirme explicaciones. A él sólo le importa derrocar el sistema, por lo que confía en mí ciegamente.

Por su parte Fany, no sabe nada sobre su hermano. Ella fue rescatada por el gobierno ya que pertenecía a la clase alta. En estos momentos funge como funcionaria de estado. Es la Secretaria de Educación. Un sector muy importante en Gloret. Vive infelizmente por no saber nada sobre la muerte de su familia.

Quien entro después fue la única dama del equipo. Jarely. Ella no tiene una historia tan feliz tampoco. Ver morir a su madre y a su pequeño hermano no es cualquier cosa.

— ¡Piensa en esa impotencia por no saber qué hacer y no poder ayudar mientras las personas más importantes en tu vida están agonizando y pronto morirán! —Me digo a mi mismo en un monologo interno.

Pienso en como debió haber sido presenciar esas muertes en tus manos. Jarely sufrió mucho y no era para menos. Después de las muertes causadas por un tiroteo anónimo el 12 de junio de 2013. Ella recibió un paquete con instrucciones para que ella pudiera comenzar su venganza contra el gobierno. Acepto de inmediato y al poco tiempo se hizo amiga inseparable de Salvador.  

Y el último de mis súbditos acaba de entrar. Eyvin, un chico que se metía en cualquier problema cuando lo conocí en sexto grado de primaria. A él no le importaba cómo pero tenía que pasársela bien. Sus bromas lo llevaban siempre a la dirección hasta que su familia murió envenenada inexplicablemente. Sin que nadie se diera cuenta, él cayó en una tremenda depresión de la que no podía salir. Fue internado en una clínica psiquiátrica varias veces por su tía-abuela Gretta. Los dos se odiaban mutuamente y ese odio fue la chispa que encendió el fuego en su relación.

Cosa que a mí me sirvió para poder apoderarme de la gran capacidad que veía en él. Sólo tuve que incitarlo para que con sus propias manos matara a su único familiar. —Debo admitir que eso fue un regocijo de alegría para mí—

— ¿Mi Señor pasamos al boleto de la victoria?—Me pregunta Alex mediante una de las radios.

— ¡Por favor! Déjenme con él a solas. —Ordeno con un tono de autoritarismo.

—Pero Señor, él no está sola. —Me enfurezco por saber que no acataron mis órdenes.

— ¿Con quién está? ¿Qué acaso no les dije que lo quería sólo a él? —Grito al unisonó y giro irremediablemente la silla.

—Con su tío. —Dice tartamudeando Eyvin.

— ¡Desaparezcan de mi vista, ineptos! —Puedo observar cómo se ponen nerviosos, eso en ellos me gusta.

— ¡Como usted ordene amo! —los leales peones repiten uno después del otro.

Todos salen rápidamente. Aunque veo un brillo muy raro en los oscuros ojos de Salvador. Tal vez haya descubierto mi verdadera identidad. Para todos, soy Tristán. Un joven que sufrió toda su vida. Una persona que nunca ha podido ser feliz. Y jamás conocerá la felicidad. No creo que me recuerde únicamente éramos mejores amigos. Sólo eso.

—Dejen pasar al tío. — espeto sutilmente a través de la frecuencia del aparato.

Todo se me ha complicado. El tío no debió sobrevivir a nuestro ataque. Algo en mi plan no va bien. Podrían ser espías, algún traidor. O quizá sea una fuerza rebelde dentro de los suburbios de Gloret. Necesito entrevistar a Richie antes de matarlo.

—Mi Señor aquí está el prisionero. —dice uno de los guardias.

Debo asegurarme que Cristian elabore nuevos diseños de uniformes para mis trabajadores. La verdad se ven del asco. Mí invitado sorpresa se sienta cómodamente en mi sofá. Se ve nervioso. No sé de dónde rayos sacó ese atuendo. Es muy casual-juvenil y va muy ad hoc con su apariencia.

—Muy cómodas las esposas ¿No?  —Formulo desde lo más profundo donde se esconde mi sarcasmo.

—De hecho. —Me contesta con su acento de una papa en la boca.

—El plan no era capturarte a ti. Dime qué es lo que sucedió hoy en tu mansión. Sé que sucedió algo que alteró un poco mi maravilloso plan. —Digo tranquilamente.

Observo detenidamente su lenguaje corporal en busca de la verdad. Necesito saber que lo que me diga sea verdad. De todas formas lo mataré.

—No te diré nada. —dice en un tono frío.

—Tu sobrino depende de ello. Es tu decisión si vive o muere. Así que dime sí quieres que viva o que muera. —resoplo con aires de  posible triunfo.

—Jamás te diré. —Se hace el fuerte pero sé que muy pronto caerá.

—No te hagas el fuerte. —Mis ojos se tornan de un color más oscuro de lo normal.

—Nunca te lo diría. Sé que Osvaldo es parte fundamental de tu plan. Sin él no eres nada. — Dice con un semblante de aires de pureza.

—Hagan pasar a Salvador. —exclamo a los cuatro vientos.

De pronto observo cómo se abre la puerta otra vez. No quería llegar hasta este extremo pero ahora no tengo ninguna opción. Debo usar está táctica. La pensé por si algo salía mal. Es el momento de usar una de mis variables, diseñadas para poder restablecer el curso original.

—Salvador hazme el favor de sentar a nuestro segundo invitado en la silla especial.  

— Veo como se queda estupefacto el carismático tío.

—Mi Señor todo está como lo ordeno. —Veo aún ese brillo que me preocupa un poco. Eso es lo de menos. Primero consigo la información que necesito para continuar.

—Enciende el mecanismo por favor. —Debo saber eso que me oculta. Es vital para que mis planes no sean frustrados.

—Encendido. —Observo una expresión diferente en Chava.

—Bienvenido Osvaldo, discúlpame por mi pésima educación. —El hijo del presidente se parece mucho al tío. Pero bueno.

— ¿Qué hacemos aquí? ¡Déjenos ir! — Puedo notar algo parecido al miedo en su forma de hablar.

—Necesito que me digas que me digas la verdad para que puedas irte de aquí con tu tío. —Digo mintiendo. Eso no se me da para nada. —El sarcasmo en mí es evidente—.

Matar es sencillo. Matas una vez, otra y así sucesivamente. Al principio suele ser difícil pero se vuelve un hábito incontrolable. Cuando decides parar sabes que nada volverá a ser como antes. Todo sea por dar libertad a nuestro querido pueblo. Son muertes necesarias. Un daño colateral. Muertes que vivirán en la memoria de los corazones de cada uno de nosotros. Esta noche quien lo hará será Chava. Suyo será el honor.

—No lo hagas Osvaldo. —Suplica el tío.

—Salvador calla a ese imbécil. —Grito inmediatamente.

—No le haga daño y sé lo contaré. —Dice en un tono que me agrada el primer hijo.

—Solucionado el problema de interrupciones Amo. —Salvador se nota un poco triste.

— Cuéntame acerca de lo sucedido hoy. —digo en un tono suave y relajado para dejar que las palabras fluyan rápidamente.

— En primer lugar debo decir que el plan de mis padres de protegerme, fracaso. Y en segundo, que mi tío es un débil siempre depende de alguien más. Se esconde detrás de alguien…

—Él debe de ser como una sombra, sabe cómo debe actuar y por si fuera poco es un ser que vive en el anonimato esperando el momento indicado para atacar. —interrumpo brevemente.
— ¿Prosigo? —me pregunta el ahora rehén mío.

—Claro que sí. —Estoy ansioso por saber más.

—No sólo se esconde. Usa a otras personas para realizar lo que él quiere. Disfruta viendo sufrir a los demás. En específico a mi padre. Creo que él sostiene relaciones con mi madre. 

—Se puede observar como la ira lo domina. Da un respiro.

—Continúa por favor. —Me siento identificado con su historia. ¿Sabrá de mí?

—Todo comenzó en la tarde, mis padres me llevaron a la casa “custodiada” por el máximo orden de Gloret: Los Unnas. Pero ni ellos pudieron con lo que se avecinaba. Llegue a casa de mi tío con una actitud arrogante para que viera que no iba de visita. Ni sería su inquilino, ni su huésped. Me apoderé del control de su casa y él acepto  o eso es lo que creo. Después de eso, subí a su habitación y me dispuse a cambiarme de ropa para restregarle en su cara que sé lo de su incesto con mi madre. Sin querer encontré la ropa que mi desquiciado y enfermo tío uso esa vez. Lo supe gracias a que leí las memorias de mi madre. Aquellas que guarda en secreto. Ella lo ama, pero eso a mí no me importa. Después de búrlame de él. Se quiso vengar, y sé que él sabía lo que había hecho en ese momento. Cuando el termino su contraataque decidió dejarme y se disponía a marcharse. Fue en ese momento cuando del cielo cayeron unas bombas que arrasaron con gran parte de la pared y del techo. En sí lo desaparecieron…

—Bombas de antimateria, aún recuerdo el día que las inventamos.  Ese fue uno de los inventos que dirigí en una tesis. La tesis de Alex. Por favor prosigue. —insinúo, la emoción de recordar ese momento me recuerda los viejos tiempos. Tiempos en los que aún conservaba mi humanidad. A favor de la humanidad.

—El tiempo empeoro para nosotros. Mi tío decidió activar su protocolo de seguridad pero para llegar a hacerlo debíamos estar en el lugar indicado. Corrimos rumbo a la cocina en busca de refugio, necesitábamos escondernos de unas monstruosas criaturas que se materializaron de unas pequeñas esferas que caían sobre nosotros. Todo era un caos. Nos tuvimos que separar y después de eso no supe más. —No era lo que yo quería oír pero qué más da. Sonó sincero al menos.

— ¡Es tu turno así que comienza o tu sobrino morirá! —Puedo ver como Richard cae en una profunda odisea.

Recuerdo la primera vez que maté a alguien. No lo hice sólo porque impedía que mis planes se llevaran a cabo, sino que, él siempre quiso ser mejor que yo. Quiso humillarme de todas las maneras conocidas. Nunca nos conocimos. No sé si soy un asesino o no lo soy, pero de lo que debo estar de acuerdo es que la sociedad me aplaudió eso que hice. Esa muerte fue más bien motivo de brindis. Él era un lunático, quería matarnos a todos. Y lo único que hice fue sentenciarlo. Callarlo de una vez por todas.

Una sinapsis lleva a mi mente una escena desgarradora de la que fui testigo.
Año 2010. Palacio de Justicia, Gloret.

— ¡Joder ella será mía esta noche! —Él era un hombre muy persuasivo cuando se lo proponía.

— ¡Por favor déjeme ir!—suscitaba la pequeña joven.

—Eres tan irresistiblemente bella. Déjame sacar una por una esas delicadas prendas. —Su voz de aquel hombre sonaba tan seductora.

La niña no hacía caso a lo que pedía, y el hombre le planto un golpe que la hizo caer al suelo sin previo aviso.

— ¡Déjeme ir enseguida!—Ordenaba la delicada voz de esa jovencita.

—Es algo que no puedo permitirme señorita. En cambio, disfrutaremos de una gran velada si usted lo gusta.

— ¿Qué pasaría si decido no aceptar sus propuestas indecorosas? —espeta en forma desafiante.

—Toda tu familia será desterrada de Gloret. No me importa que tus padres sepan lo que te haré esta noche. —Una curva maquiavélica posa sobre la sonrisa de tan infame hombre.

— ¡Así que se mía está noche y prometeré que te haré sentir como nunca nadie lo hará! —Dijo con una descarada frase que haría regocijarse a cualquier mujer incauta.

— ¡No por favor! ¡Aléjese de mí se lo suplico! ¡Déjeme ir! —Ella impacientemente quería huir de ese escalofriante lugar, sus palabras lo indicaban todo.

— ¡Pero sí yo te haré sentir como si estuvieras en el cielo querida!—Argumentaba el hombre con traje color negro.

— ¡Le suplico que me deje en libertad! ¡Se lo pido de rodillas si quiere pero por favor déjeme ir! —Pedía la joven con lágrimas en los ojos.

—Lo he decidido y esto se hará con o sin tu autorización. Si quieres que esto sea violento, la que sufrirá serás tú, no yo. Sólo hacía este intento de pedir permiso para que tú goces al igual que yo, dadas las circunstancias preferirás sufrir. —Sus brazos toman a la pequeña e indefensa chica y la recuestan sobre la alfombra de lino azul.


Todo transcurrió tan rápido. Las escenas que siguieron fueron brutales. Nadie merece ser tratado de esa forma. Una pobre joven tomada a la fuerza por un funcionario de gobierno. Mi mente solo pensó que el sistema estaba corrompido y debía ser destruido para implementar uno nuevo. Esa noche fue un evento que marco la vida de las tres personas que estábamos dentro de la habitación. Nuestras vidas quedaron ligadas para siempre. Odio es lo que sentíamos los unos a los otros. Ellos no me odian pero en algún momento sé que el sentimiento será mutuo. Y hará estallar lo que necesita el mundo. Una nueva revolución.

Continuará en la sección 2

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