Capítulo 10: "Lo
Que No Te Mata, Te Hace Más Fuerte"
Richie
Algo en el ambiente parecía diferente, totalmente a lo
que estoy acostumbrado. Un frío muy rebelde se sentía por todos los lugares. La
presencia de neblina y el chasqueo de las nubes no eran algo cualquiera. Algo muy grande se estaba acercando. Cerca de
mi casa hay un pequeño bosque en el que por algún motivo los animales estaban
vueltos locos. Lo que fuera a suceder tendría que ser irremediablemente malo.
Todos se comenzaban a ocultar donde fuera. Por algo dicen que los animales
sienten el peligro antes que los seres humanos.
Regreso rápidamente a mi humilde hogar. Una réplica
exacta de lo que un día fue el Updown
Court
. Una estancia con ciento tres habitaciones, de los cuales treinta y cinco son
habitaciones. Cuenta con un comedor
inmenso, una sala de estar llena de decoraciones del cubismo, en específico de
Pablo Picasso. Pero también se pueden ver algunas obras de Miguel Ángel,
saqueadas del Vaticano antes de la tercera guerra mundial. Los pasillos tienen
retratos de la familia Astabaruaga.
En el exterior la casa cuenta con tres anfiteatros diseñados ni más ni
menos que por Cristian, el egocéntrico Diseñador de cualquier cosa en Gloret. Una
alberca imperial, un laberinto, una fuente tridimensional elaborada por Alex
con sedimentos de la extinta roca, un coliseo, un establo con los más finos
corceles, una granja de estilo clásico, aunque se pueda observar algunas
variantes genéticas como el borrego rosa o el cerdo arcoíris. En fin, mi casa
en mucho más grande que la casa de mi
hermano el Presidente.
Después de la paliza que me dieron Dante y la desalmada Yamyl. Lo único
que puedo hacer según el Secretario de Gobierno es estar aquí sin hacer nada.
Según él es lo más seguro para mí. A decir verdad él no me cae del todo bien, sé que oculta algo y tarde o temprano lograré
descubrir qué es.
Estoy de alguna forma exiliado en esta gigantesca mansión sin poder
contar con el apoyo de mi querida Madai. Ella lo es todo para mí. Es la razón
de mí existir. Ella y yo somos uno. Nos complementamos como el ying y el yang.
Quisiera que ella viniera y me tocará sólo como ella sabe hacerlo.
Le debo a alguien mi vida, ¿pero a quién? ¿Quién llamo a urgencias
cuando me desangraba en aquella habitación? ¿Cómo saber algo que no sé? ¿Habrá
sido la divina Madai? ¿Quién fue? Esas preguntas me atormentan día y noche. En
éste, mi solitario hogar.
De pronto alguien toca mi
puerta. Mi ama de llaves, Holly, abre de inmediato. Me impacto cuando veo a la
hermosa Madai en una recatada y sofisticada falda color salmón en conjunto con
su blusa blanca escotada y sus sofisticadas zapatillas celestes estilo “Peep-toe pump “. Todo espectacular. En cambio, mi odioso hermano el “mi rey”.
Todo un caballero, el adonis de la familia. Él se considera muy importante.
Espera un momento, él no se considera lo afirma. En sus tiempos de mujeriego
fue: cínico, formal, todo un caballero, apuesto, con dotes histriónicos. Sólo
le fallo algo su forma de hablar… no era muy bueno.
— ¡Hola! ¿Cómo estás campeón?
—Se ve tan bien, el pulcro condenado. Lo mujeriego jamás lo perderá. Aunque
diga que es infiel.
— ¡Hola hermano! —Finjo un
poco de aprecio por su visita.
— Necesito que cuides de mi
hijo por unas semanas. Creemos que puede estar en peligro. — Esto puede ser
grave. Noto la expresión de preocupación en su comportamiento facial.
— ¡Te lo rogamos! Tú eres el
único con quien puede estar seguro. —Dice la bella Madai entre uno que otro
sollozo que hace correr el maquillaje en su rostro.
— ¡Oh claro que sí! —Me parte
el corazón verla llorar. Ella es mía. No puedo verla llorar de esa manera.
— Richard te lo agradeceré por
siempre. —Dice el pulcro hombre vestido casualmente con una americana azul,
unos pantalones de lino color avena y sus náuticos color azul rey.
—No es nada. —respondo
gratificantemente.
—Madai hazlo pasar. —ordena el
Sr. Presidente.
Madai sale un momento y
Osvaldo hace su entrada triunfal. Tiene un look juvenil. Camisa de lino blanca
translucida, bermuda a cuadros azul ultramar y unas alpargatas color mostaza.
Me recuerda como era yo cuando tenía su edad. Era un rebelde casual. Bien
vestido.
— Tío Richard, ¿Cómo está? —He
aquí lo que esperaba de mis otros dos inesperados invitados.
—Mejorando, gracias. —Ni
siquiera se nota un poco de remordimiento por no preguntar por mi estado.
Nadie habla y no puedo dejar
de pensar que algo sucederá hoy. En esta casa. Algo que cambiará la vida de
todos los que vivimos en Gloret.
—Nos veremos en dos semanas. —Dice
Madai.
—Pórtate bien campeón y nada
de fiestas locas Richard. —exclama en un tono burdo el Sr. Presidente.
—OK, padre. —comenta el hijo
prodigo.
—Cuida de tu tío y nada de
invitar amiguitas. —dice directamente la madre de Osvaldo y mi íntima amiga.
— ¡Mamá! —El niño hace
puchero.
— ¡Cuídense! Y nos vemos
pronto. —Dice Omar y rápidamente desaparecen en el umbral de la entrada. Suena
el motor del helicóptero y nos quedamos solos. Aquí solos.
No sé ni que cosa hacer. Se
supone que no debo hacer nada pero mi sobrino ha llegado. No sé, tal vez
hagamos una fiesta de alcohol, una pijamada de hombres. De esas en las que se
cuentan los más íntimos secretos. Se destapan los amores, las cosas que han hecho.
Y como la familia Astabaruaga tiene una fama de que los hombres de la misma son
unos mujeriegos empedernidos. La noche será larga. Su madre me querrá matar
pero sé cómo pedirle perdón, como a ella le gusta.
—Tío reacciona. —Osvi me saca
de mi alocado sueño.
—Dime. —intento sonar amable.
— ¿Dónde está mi habitación? —
El sobrino buena onda se ha ido y ahora llego el “da igual”.
—La verdad no sé qué
habitación ocuparás. Nunca nadie me ha visitado de forma permanente. —Observo
su mirada y sé que se parece mucho a mí. Es como si me viera en un espejo hace
algunos años.
—Pero sí tu casa es demasiado
grande. ¿Debe haber algún lugar donde me hospede? —Ahora se puede notar como la
irá se apodera de él.
—Creo que alguna de la de
huéspedes podría ser. —Digo en un tono altanero.
— A mí no me darás una
habitación de quinta. Yo quiero tu habitación. Y cuidadito con decirme que no.
—Creo que él trae algo contra mí.
Pensando en lo que podría ser
viene a mi mente un recuerdo. Tenía la edad de él cuando mi hermano me estaba
obligando a que tuviera mi primera relación sexual. Mi hermano tenía esa
habilidad de bajarme la autoestima en cualquier momento, a voluntad propia. No
podía hacer nada más que ir llorando a las faldas de nuestra madre la Dra.
Elisa. Ella me dijo: “A veces es mejor dejar que las cosas pasen poco a poco y
que todos sientan que eres débil, así tu venganza será más dulce que la miel,
nadie sabrá cómo fue planeada y rogarán su perdón”.
Con el tiempo, mi apariencia
cambio. Ahora soy más alto que mi hermano, más apuesto, mejor hablado. Y claro
como mi Madre me dijo mi venganza fue sutil. Una venganza en la que
misteriosamente murieron mis padres y mi querido hermano es mi títere. Una
marioneta a la que puedo controlar como más me plazca. Gracias a mi es lo que
es. El presidente de Gloret. Lo hago sufrir con algo que a él le fascina, le
prohíbe tener sexo. Todo lo he logrado gracias al oportuno consejo de mi madre.
En Osvaldo veo a un gran prospecto de discípulo. Él podría continuar con esta
tradición. Como me hubiera gustado que él fuera mi hijo. Tiene una apariencia
de rompecorazones, se nota que tiene aptitudes de un líder y lo más primordial
no le importa nada con tal de llegar a
su objetivo.
—Está bien, mi habitación es
muy grande y cuenta con tres recamaras. —Logro
ver lo que quería en sus ojos, esa sensación de satisfacción al lograr algo que
querías.
Mi plan está funcionando. Muy
pronto tendré a mi discípulo. Lo estoy moldeando sin que nadie se dé cuenta.
Todo marcha a la perfección pero vuelvo a sentir el presentimiento. Algo está
por suceder.
— ¿Por qué tienes tres
recamaras en tu habitación? —suena fascinado.
—Creo que la respuesta no te
gustará, además tu madre me mataría sí te lo digo. Y ni se te ocurra fisgonear.
—Noto rasgos de maldad pura en él.
—He visto lo que haces con mi
madre a espaldas de mi padre. Esto no es nada. Además quién manda en esta casa
no eres tú sino yo. —su argumento hizo que mi mente perfecta colapsará y se
derrumbara.
— ¿Cómo sabes eso? —Lo cuestiono en busca de
saber si miente o no.
—La noche de presentación de
mi padre. Estaba en la recamará de atrás de donde tú estabas con mi madre. Me
entere de tu amor por mi madre. Encontré cartas que mi madre escondía. Y lo
confirme leyendo su diario. Me dieron ganas de matarte cuando los vi agarrados
de las manos. Llévame a tú habitación en este instante —su furia es
incontrolable que podría detonar en
cualquier momento.
Caminamos en dirección a mi
habitación. Llegamos, lo miró y él camina hacía mi closet, lo abre y se
encierra de una golpazo.
Como pude dejar que esto
pasará. Todo se me salió de las manos y ahora debo pagar el precio. Él era mi
única arma en esta guerra. Mi única escapatoria se ha ido. La única oportunidad
de acabar con Dante y Yamy se marchitado. El consejo de mi madre no contenía un
plan b. ¿Ahora qué haré? ¿Cómo me vengaré de ellos?
Debo pensar muy bien en mi
próxima jugada. No puedo tirar todo esto a la basura. Esté se suponía que era
mi momento en el que gobernaría entre las sombras ocultando mi verdadera
identidad. Usando a mi hermano para poder establecer el nuevo orden. Donde
todos me sirvan como su rey. Esto no debe acabar así. No mientras yo viva y
principalmente Osvaldo no sé de cuenta del verdadero plan. En el que él es la
clave. Lo que me llevará a cumplir todo lo que he predicho.
Debo convencer a Alex de
unírseme él es un gran científico ya que sólo me puede decir la estrategia del
Secretario de Gobierno. Ellos son los
científicos que tienen las tareas de diseñar el nuevo armamento, la nueva
tecnología. Sé que puedo llegar a manipular al Secretario de Gobierno mediante
Alex. Necesitaré de mi sobrino. Lo que me preocupa ahora es saber si realmente
cuento con él implícitamente. Sin que se dé cuenta formará parte de mi plan.
El clóset se abre y puedo ver
que se ha cambiado de ropa.
—Tienes un excelente gusto en
ropa. —me elogia el condenado.
—Te pusiste mis prendas
favoritas, ¿Cómo osas hacer eso? —digo aparentando un enfado tremendo.
—Me sientan bien, que bueno
que somos la misma talla. —Él trata de irritarme pero no lo logrará.
—Enseguida regreso. —Tomó su
maleta y me dirijo al clóset.
Enciendo las luces. Esto me
recuerda esa vez que Omar me mostro como debía tratar a una mujer en la cama.
Yo estaba escondido en el clóset mientras él se satisfacía.
Todo está luminoso y puedo ver
a la perfección que tengo un excelente guardarropa que no puedo ver por dónde
termina. Toda la estancia tiene un acabado de caoba. Me dispongo a abrir la
maleta de mi sobrino en busca de algo que ponerme. Encuentro varias prendas,
objetos personales, fotografías. Me detengo en una de Madai. Se ve tan hermosa
en ese vestido lila de playa. Tiene esa sonrisa que desde que la conocí me cautivo.
Sigo buscando y encuentro los gadgets muy peculiares. Sostengo uno de ellos muy
parecido a un Evidenfy. Lo tomo y comienzo con el cambio de atuendo.
Retiro lentamente cada una de las prendas de mi cuerpo. Y
comienzo mi nuevo look inspirado en Osvaldo con unos pantalones cortos chinos
de cambray con estampado de cachemir azul marino y una playera de lino blanco.
Termino con unos converse blancos y sus gafas favoritas. Eso sí, le doy un
toque especial a mi nuevo aspecto, dos botones libres en la camisa al igual que
recojo las mangas hacía mis codos. Él tenía razón, su ropa embono muy bien
cuerpo. Me dirijo a las puertas y salgo.
— Te vez muy bien tío. — No sé
si es sarcasmo o qué es. Su mirada es tan fuerte que podría hasta decir que él
es mi hijo, pero no, es de mi odioso hermano y para colmo del amor de mi vida.
— Nos embona muy bien la ropa
del otro. Nos vemos más tarde, tengo asuntos que hacer. — digo sin vacilar y me
dispongo a salir.
El lleva mi camisa favorita,
diseñada por mi amiguísimo Cristian “El Dios de la Moda”, una camisa de color
coral diseñada para ocasiones especiales, fabricada en lino y un material
exclusivo de su firma. También esos pantalones de lino, los que ocupe la
primera vez que estuve a solas con Madai. La primera vez que tuvimos un
encuentro en secreto. La noche en que fue mía. La noche en que drogamos a Omar
para estar juntos. Esa, su primera vez fue mía. Y Omar piensa que fue suya.
Algo me dice que Osvi es mi hijo pero… ella jamás lo aceptaría.
Realizo unas pruebas de
compatibilidad y me mostro los resultados. Aun así sigo pensando que es mi
hijo. Es tan parecido a mí y a su madre.
Cuando estoy a punto de cerrar
la puerta de mi alcoba. Una bomba antimateria controlada a distancia desaparece
el techo y la pared del norte. Una invasión está ocurriendo dentro de mis
narices. Esto ya es demasiado.
— ¡Osvaldo corre conmigo!
Debemos resguardarnos. Vamos al refugio antibombas. — Corremos lo más que
podemos, sin mirar atrás.
— ¿Qué sucede? — me pregunta.
Ahora es el indefenso y frágil Osvi, el niño que necesita de mami.
— No sé lo que sucede ¿Tengo
cara de saber qué sucede? —Digo en un tono de “corre por tu vida”.
Veo hacia arriba y el jet
perseguidor comienza a lanzar capsulas que cuando caen al suelo liberan unas
bestias. Alguna vez hoy de este proyecto que se desarrollaba en el sector
industrial de Gloret. Son bestias encogidas de todo tipo, las que son
criogenizadas dentro de pequeñas esferas que al contacto con la tierra, el agua
o la caída libre en el aire liberan
factor de crecimiento que las reanima y les devuelve su tamaño. Estás bestias
están alteradas genéticamente aunque no se note a simple vista. Seguimos
corriendo hasta que una de ellas se materializa ante nuestros ojos. Es un lobo
o eso aparenta ser. Nos escondemos detrás de barra de la cocina y acciono el
control escondido dentro de la misma. Digito el código para activar el
protocolo de seguridad.
El escudo de fuerza creado por
Alex comienza a hacer su aparición y los electromagmentos lanzados al aire por
los cañones ubicados en puntos estratégicos del jardín impulsan al jet fuera
del escudo antes de que esté se materialice por completo. Arrojándolo al cielo
y estallando a causa de los rayos láser que se activan cuando el radar
encuentra metales a cierta altitud.
Estamos a salvo, quien nos
quisiera atacar a muerto en esa explosión. Nadie puede sobrevivir a ella.
Salimos de la barra y comenzamos a volver a mi destruida habitación. Cuando a
lo lejos se ve una manada. Mierda me olvide
de los lobeznos.
— ¡Corre Osvaldo! —Le ordeno
que corra.
— Tío siempre me caíste bien,
eres mejor que mi padre… siempre ha sido mi ejemplo a seguir. — Sé percibe que
tiene miedo pero aun así él es sincero.
— Ocúltate dentro del clóset. Ahí
estarás a salvo. —le digo en un tono fuerte.
— Pero tío que será de ti. —Comienza
a llorar y su voz se empieza a quebrar.
—Tú corre, tú debes
sobrevivir. Se lo prometí a tu madre. —No quiero perder los estribos. Seré
fuerte por mi casi-hijo.
Se apresura a correr hacía
donde le indique. Vuelvo mi vista hacía las criaturas. Y las provoco para que
me persigan. Corro ágilmente hacía la inmensa sala de estar para activar mi
protocolo interno. Llego a la sala pero no puedo creer lo que veo. Yamy y Dante
esperándome en uno de los sofás de piel sintética de oso panda.
Ellos tienen una mirada que me
hace sentir miedo. Son unos maestros en el arte de las encrucijadas. Sólo a
ellos se les podría ocurrir esto. Ellos son los únicos que podrían frustrar mis
planes.
— ¡Richard, Richard, Richard
te estábamos esperando! —menciona su malignidad Yamylet.
— ¡Esa es nuestra bienvenida!
¡Espero y la nuestra te haya buscado! Mira que por poco morimos en aquel Jet.
—espeta Dante con una copa de ginebra en su mano.
—Son unos monstruos…
—Muchas gracias por tus
halagos. —No hay forma en la que pueda contra ellos.
— Ustedes están desquiciados. —
Se notan unas pequeñas sonrisas en sus rostros.
—Pronto morirás siendo
desmembrado por nuestros pequeños lobos. —Yamy rompe la copa que sostenía en
sus manos con la presión que ejercía una de ellas.
—Y Osvaldo no se salvará de
esta. —Dante dice rabiosamente.
—Él no está aquí. —Trato de
sonar creíble ante ellos.
— ¿Y por qué estás usando su
ropa? —Espeta “La Reina del Drama”.
— También tengo ropa parecida.
— Grito a los cuatro vientos.
—A mí no me mientes tarado. Yo
sé que él está aquí. Así que tarde o temprano lo tendré bajo mis pies para
matarlo como se lo merece. —Ella le tiene un odio inexplicable.
Se oye un ruido espelúznate,
algo está matando a esas horribles criaturas. Son ruidos de dolor de muerte. Se
oye como agonizan esas pobres bestias. Dante y Yamy se alteran al oír cómo van
muriendo sus fieles sirvientes.
Se abre la puerta y puedo ver
cómo llegan Alex y un equipo de rescate. Traen a amordazado a Osvaldo y se me
quedan viendo cara a cara.
— ¿Qué haces aquí? —Me dice
Alex con su acento ruso.
—Estoy tratando de huir de
Yamy y Dante. —digo con algunas lágrimas en mis ojos.
—Pero sí tú estás sólo en esta
habitación. —me dice con tanta confianza.
Volteo a ver y no encuentro a
nadie. Ellos escaparon. Alex me ayuda a parar y puedo oír como Eyvin le dice
que el teletransportador está listo. Un rayo nos ilumina a todos y de repente
estamos en un jet enorme. Me siento en una ventana y veo el campo de fuerza
resguardando mi casa. En un momento puedo verla en su esplendor y al otro
estalla causando una enorme explosión que elimina todo lo que estaba dentro.
Ahora estoy a merced de Alex.
No sé qué será de mí. Pero lo que sea que sucedió hoy cambiará el rumbo de la
historia en Gloret. Mi hermano pensará que morimos y hará estallar lo que
vendría siendo una nueva guerra. Una guerra mundial dentro del único país que
sobrevivió a la anterior.
Alex se acerca cuidadosamente
a mi lado y se sienta.
—El Jefe aún no decide que
hacer contigo. No sé sí vivirás o Morirás. Tú no estabas dentro del plan. —Me
dice de una manera que consoladora.
—No estaba dentro del plan. —Le
digo y él se aleja.
Tal vez hoy y sea mi último
día de vida. No ame como debí. No pude terminar lo que empecé. Estoy acabado. Sí
sobrevivo Yamy y Dante me mataran tarde o temprano. Osvaldo es prisionero al
igual que yo por el misterioso Presidente de esta organización a la que oí
que se llama Radiactivo.
Una conspiración empieza desde
lo profundo de la oscuridad y llega a luz para resplandecer atacando con todas
sus fuerzas. Las intenciones son buenas o malas. En este caso, no hay buenas ni
malas. Lo que hay es lo que los ojos no quieren ver, ni los oídos oír.
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